martes, 11 de diciembre de 2007

Las Ninfas


Paracelso limitó su habitación a las aguas, pero los antiguos las dividieron en Ninfas de las aguas y de la tierra. De éstas últimas, algunas presidían sobre los bosques. Las Hamadríadas moraban invisiblemente en los árboles y perecían con ellos; de otras se creyó que eran inmortales o que vivían miles de años. Las que habitaban en el mar se llamaban Oceánidas o Nereidas; las de los ríos, Náyades. Su número preciso no se conoce: Hesíodo aventuró la cifra de tres mil. Eran doncellas graves y hermosas; verlas podía provocar la locura y, si estaban desnudas, la muerte. Una línea de Propercio así lo declara.
Los antiguos les ofrendaban miel, aceite y leche. Eran divinidades menores; no se erigieron templos en su honor.
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